Nuestros estómagos no estaban para probar comidas exóticas, ni siquiera bocados ya conocidos más allá del arroz hervido, las manzanas y el pavo en lonchas, pero eso no quita que pudiéramos dar una vuelta por el mercado cubierto del puerto de Helsinki y ver qué exquisiteces albergaba.
Pasamos por delante del edificio, un día soleado, sin darnos cuenta de qué era. Tuvo que llegar un día de lluvia para que lo visitáramos.
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Qué buenísima pinta que tenía el salmón |
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Sin problemas de estómago, el kebab de reno hubiese caído seguro |
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