Continuamos el viaje.
La segunda parada de nuestra excursión fue Folgueroles.
Poco se puede decir de este pueblo, a parte de que es la villa natal de Mossen Cinto Verdaguer y que sus poemas y la catalanidad adornan sus calles.
No es un pueblo feo, pero tampoco tiene grandes atractivos.
Eso si, comimos de menú en un restaurante y salimos muy contentos. Buenas lentejas estofadas y mejor lomo.
Y la imagen del atardecer desde sus afueras, tampoco es fea.
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